MADRID, 3 Ago. (EUROPA PRESS) –
Investigadores del University College de Londres (UCL), en Reino Unido, han estudiado los procesos cerebrales y corporales por los que el ejercicio físico reduce los síntomas de la depresión. Se sabe que la actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico, reduce los síntomas depresivos, pero hasta ahora no se conocían bien los procesos que subyacen a este fenómeno.
En un nuevo artículo de revisión publicado en la revista ‘Translational Psychiatry’, los investigadores proponen una hipótesis novedosa para entender los efectos antidepresivos del ejercicio. Creen que el proceso puede depender de la motivación, que es muy importante para aliviar una serie de síntomas de la depresión, como la anhedonia (falta de interés o alegría por las experiencias de la vida), la baja energía y la ‘niebla mental’.
El equipo resumió trabajos de investigación que exploraban los mecanismos de la depresión tanto en humanos como en animales y concluyó que la depresión, especialmente la anhedonia, está asociada a una inflamación elevada (causada por la respuesta inmunitaria del organismo). Y lo que es más importante, la inflamación también está relacionada con una alteración de la transmisión de dopamina. Estos cambios biológicos pueden representar procesos clave que conducen a cambios en la motivación y, en particular, a una menor disposición a realizar esfuerzos físicos o mentales.
Por su parte, el ejercicio reduce la inflamación, estimula la función dopaminérgica y aumenta la motivación. Los investigadores creen que ésta podría ser una razón importante de por qué el ejercicio ejerce un efecto antidepresivo. La autora principal, la doctora Emily Hird, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la UCL, explica que “el efecto antidepresivo del ejercicio aeróbico se ha demostrado de forma convincente mediante ensayos controlados aleatorios, pero su mecanismo no se conoce bien. Esto se debe, en parte, a que probablemente intervienen diversos procesos biológicos y psicológicos”.
“Por ejemplo, además de su efecto positivo sobre la inflamación, la dopamina y el procesamiento de la recompensa, el ejercicio también reduce el estrés oxidativo y mejora la autoestima y la autoeficacia –prosigue–. Sin embargo, nosotros proponemos que el ejercicio, en particular las actividades aeróbicas que te hacen sudar y perder el aliento, disminuye la inflamación y aumenta la transmisión de dopamina, lo que a su vez incrementa el deseo de esforzarse y, por tanto, aumenta la motivación en general”.
“Sin embargo, proponemos que el ejercicio -especialmente las actividades aeróbicas que hacen sudar y perder el aliento- disminuye la inflamación y aumenta la transmisión de dopamina, lo que a su vez incrementa el deseo de esforzarse y, por tanto, aumenta la motivación en general”, apostilla.
El equipo espera que este conocimiento de cómo el ejercicio reduce los síntomas de la depresión ayude a desarrollar nuevas estrategias de tratamiento, como programas de ejercicio personalizados.
Según la doctora Hird, “comprender los mecanismos que subyacen a los efectos antidepresivos de la actividad física en la depresión también podría ayudarnos a entender los mecanismos que causan la depresión y a desarrollar nuevas estrategias de intervención, en particular la intervención personalizada y la prescripción social”.
Para seguir comprobando su hipótesis, los investigadores aconsejan que se realicen ensayos controlados aleatorios a gran escala que evalúen los efectos antidepresivos del ejercicio, al tiempo que midan el efecto sobre variables como la inflamación, la transmisión de dopamina y la motivación. Y también sería importante investigar las posibles barreras al ejercicio.
La doctora Hird añade que “abordar los obstáculos para hacer ejercicio -en particular en personas con depresión- es crucial, ya que la actividad física regular puede ser capaz de aliviar los síntomas, mejorar el estado de ánimo y empoderar a los individuos en su camino hacia la recuperación. Para ello, es fundamental encontrar estrategias que fomenten el ejercicio”.
El equipo está realizando ahora un ensayo basado en la hipótesis propuesta en la revisión, en el que participarán 250 personas de entre 18 y 60 años y que está financiado por un premio Wellcome de salud mental.