MADRID, 23 Nov. (EDIZIONES) –
La sociedad en la que vivimos tiene malos hábitos para el cerebro. Desde el estrés, hasta el sedentarismo, una falta de ejercicio, la mala dieta, el abuso de pantallas. Son numerosos los factores que en el día a día son perjudiciales para nuestro sistema nervioso, y esto no puede ser.
Así nos lo explica Diego Redolar, que es doctor en Neurociencia, director del grado de Psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y director del Cognitive Neurolab de la UOC, a quien entrevistamos en Europa Press Infosalus con motivo de la publicación de ‘La mujer ciega que podía ver con la lengua’ (Grijalbo), un libro que ha escrito sobre el cerebro y sus funciones y que recoge todo lo que la Ciencia sabe para mejorar el funcionamiento de este órgano.
Por ejemplo, este experto cita que, dentro de los factores saludables que podemos poner en marcha para cuidar a nuestro cerebro se encuentra el ejercicio físico: “Es de crítica importancia. Andar 30 minutos diarios aumenta las neuronas en el hipocampo, una estructura crítica para la memoria, y si lo hacemos este ejercicio físico favorece nuestra función cognitiva pero, además, nos protege de enfermedades como la depresión y la ansiedad, donde esa neurogénesis hipocampal es crítica”.
DORMIR LO SUFICIENTE, ADIÓS PANTALLAS
Resalta, igualmente, que en la sociedad actual muchas veces no dormimos lo suficiente. “Vivimos en un ritmo trepidante donde no dormimos las horas que necesitamos, y es crítico para mantener una buena salud cerebral. Durante el sueño, sobre todo en el más profundo, limpiamos la basura metabólica acumulada durante todo el día, y si no dormimos las horas que necesitamos dormir, o ese sueño no es reparador, puede perjudicar nuestra salud cerebral”, remarca Redolar.
También apunta al uso de los dispositivos digitales, de pantallas, y señala sus notables efectos negativos por el abuso de los mismos, al mismo tiempo que advierte de que en función del momento del desarrollo en el que se utilicen se podrían afectar a determinadas capacidades cognitivas, como la lectoescritura por ejemplo en el caso de los niños.
EL APOYO SOCIAL ES FUNDAMENTAL
Pero sin duda, una de las cosas que este neurocientífico destaca es la importancia de contar con una red social de apoyo: “Vamos a una sociedad más individual, sobre todo en grandes ciudades, y una de las cosas que la Neurociencia nos dice es que tener una red de apoyo bastante amplia es buena porque se reducen los niveles de cortisol. Si estamos sometidos a un estrés constante, pero contamos con apoyo social, el impacto sobre nuestra salud cerebral es menor. Esa red de apoyo sí tiene importancia si lo medimos a nivel salud cerebral”.
Pero, ¿qué implica tener salud cerebral? En el libro recoge precisamente un estudio muy curioso, el ‘Estudio de las monjas’, elaborado por el epidemiólogo John Swodon, y en el que se centró en un convento en Michigan, donde vivían unas 400 monjas. “La más mayor era de 109 años, y la más joven de 77. Le llamó la atención que, pese a la edad y al gran número de monjas, la incidencia de Alzheimer en el convento era prácticamente nula”, agrega.
Dice que realizó numerosas investigaciones y pruebas, estudió los hábitos de vida de las monjas, que tenían un huerto, se movían mucho, dormían muy bien, gozaban de mucha actividad cognitiva, jugaban al ajedrez, tejían, siempre permanecían activas, vamos, pero lo más importante es que eran unas monjas con un gran apoyo social entre ellas.
“Se empezaron a mirar estos factores como buenos predictores de una buena salud cerebral porque al final llegaban a edades avanzadas sin deterioro cognitivo, y lo más curioso es que empezó a analizar los cerebros de las monjas a medida que iban muriendo. Lo sorprendente es que muchas presentaban los rasgos patológicos de la enfermedad de Alzheimer (acumulación de proteínas) pero no la mostraban en vida, y fue cuando se empezó a hablar de la reserva cognitiva”, remarca.
Entonces, defiende Diego Redolar que, si durante tu vida haces ejercicio, duermes bien, tienes actividad cognitiva, presentas una red de apoyo, vas generando una especie de reserva, que en el caso de que sobrevenga enfermedad como alzheimer, los efectos se notarán más tarde, o se minimizará el impacto de la enfermedad sobre tu funcionamiento cognitivo.
LO MÁS SORPRENDENTE DEL CEREBRO
Según confiesa este experto aragonés, algo que le llamó la atención desde que empezó con la Neurociencia fue el tema de la memoria, una de las principales razones por las que se introdujó y comenzó a trabajar en este campo: “Cómo es posible que con un conjunto de células que tenemos en el cerebro, las neuronas y las células gliales, cómo puede ser que podamos adquirir información del entorno que nos rodea, y que ésta se almacene y que cuando la queramos la podamos recuperar”.
Reconoce que sabemos muchas cosas de los diferentes sistemas de memoria en nuestro cerebro, pero que quedan muchas incógnitas para poder llegar a entender esto: “Cuando guardas información en un ordenador, se queda en un trozo de disco duro, y en el caso del cerebro es diferente y todavía nos falta mucho por entender”.